Notas
Ruegan una justicia “insobornable” y honestidad en la función pública
Durante la homilía de la misa central, el obispo de Caacupé, Mons. Ricardo Valenzuela, se centró en la necesidad de instalar la honestidad en todos los estamentos de la sociedad, pero principalmente en la función pública y en los principales gobernantes. Además, destacó la “dramática urgencia” de una justicia insobornable, respetable y eficiente. También recordó que quienes no cumplen su palabra serán echados de sus puestos y señaló que por ello ya se dio la salida de muchos “viejos”.
Con la presencia del presidente Mario Abdo Benítez y la atenta mirada y aprobación de la fiscala general del Estado, Sandra Quiñónez, monseñor Valenzuela destacó la “dramática urgencia” de una justicia respetable y eficiente. “Si no, ¿a dónde recurrir para probar nuestra culpabilidad o inocencia? (…) Hace tiempo venimos reclamando un saneamiento de nuestros tribunales; es necesario que en nuestro país los jueces y fiscales recuperen credibilidad”, cuestionó, seguido de los aplausos de los fieles presentes.
Añadió que ninguna paz es “estable” mientras la Justicia no sea “incorruptible, competente y eficaz”. “Si no, ¿a dónde acudiremos? ¿Volveremos a hacernos justicia por manos propias? La recta administración de la Justicia es la máxima aspiración del hombre. Somos testigos de la angustia de nuestros fieles que se sienten huérfanos ante una justicia que muchas veces no encuentran. Necesitamos el imperio de la justicia insobornable, de la igualdad ante la ley justa. Es urgente el respeto a la verdad y a la persona humana”, fustigó Valenzuela.
Parafraseando frases bíblicas, señaló que todos aquellos que “detestan su enseñanza” serán acusados y destituidos de su puestos. “Y ya estamos viendo cómo se está cumpliendo la palabra”, dijo en guaraní para luego agregar que varios “viejos” están cayendo.
Por otra parte, habló sobre la deshonestidad de los gobernantes y citó lo siguiente: “Os escogerás de entre todo el pueblo hombres capaces, temerosos de Dios, hombres veraces que aborrezcan las ganancias deshonestas, y los pondrás sobre el pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez (Ex 18, 21)”.
Dijo también que si la deshonestidad se instala en la administración pública, no hay recursos lleguen a programas de desarrollo y mejora de condiciones de vida del pueblo. “Grandes cantidades de caudales desaparecen por canales ocultos y mediante procesos más habilidosos, que son los llamados popularmente como concursos amañados”, criticó.
Asimismo, dijo que la forma más «confusa y perversa de la deshonestidad es aquella que se identifica con la “viveza” y el honesto pasa a ser considerado como un “zonzo” que no sabe aprovechar las oportunidades. “Cuanto mayor poder concentra un régimen en las manos de sus dirigentes, o un sindicato o coordinadora en sus líderes, tanto mayor es la tentación de la deshonestidad”, agregó.
“Sin honestidad, sin transparencia, sin pureza de intenciones y limpieza en las acciones, ¿cómo vamos a construir el país que soñamos?”, exclamó monseñor Valenzuela. ABC
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