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Mal momento del agro dejaría más de US$ 100 millones en pérdidas

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La importante caída que se registró en el precio de los commodities agrícolas, particularmente en la soja, y una producción que se mantuvo casi en los mis­mos niveles del año pasado (algunos reportes hablan incluso de leve reducción) ensombrecieron el panora­ma de las empresas agríco­las.
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A esta situación se sumó la explosión del caso AJP, una estafa de esquema pirami­dal que generó pérdidas que rondan los US$ 30 millones y tuvo a los empresarios del agro como principales afec­tados.

La suma de estas situacio­nes llevó al mercado agrí­cola, y al sector financiero detrás de estos, a un estado casi de sicosis, donde se ge­neran casi a diario una serie de rumores sobre que esta o la otra empresa estaría en quiebra y decidiría cerrar.

Aunque en muchos casos las informaciones en este sentido son falsas, las pri­meras víctimas de estas condiciones ya empiezan a aparecer y algunos analis­tas, que prefirieron no ser mencionados, ya estiman que las pérdidas por deudas impagas podrían superar fácilmente los US$ 100 mi­llones.

Solamente entre los últi­mos días del mes pasado y los primeros de este mes dos firmas de mediano por­te del sector confirmaron su convocatoria de acree­dores, estas son: el Grupo Buen Futuro SA y Agrícola Campo y Lavoura.

La primera es la tradicio­nal firma comercial agríco­la, dedicada a la compra de implementos (ya sean loca­les o importados) para pro­veer a los productores, la mayoría de estas operacio­nes son financiadas hasta el momento de la cosecha.

Ninguno de los propieta­rios o directivos de Buen Futuro estuvo disponible cuando se contactó a sus oficinas, por su parte el encargado del local no supo responder cuándo estos es­tarían disponibles para dar declaraciones.

Campo y Lavoura, por su parte, se especializa en la producción de semillas y tiene su sede central en la ciudad de Santa Rosa del Monday, Alto Paraná.

Consultado sobre la con­vocatoria, el ingeniero Onorio José Guntzel (pro­pietario de la firma), no quiso entrar en detalles que llevaron a su empresa hasta el punto actual.

Sin embargo, algunas fuentes del mercado con­sideran que el escaso ren­dimiento que había con­seguido con el negocio de la chía, que hacia 2013 era considerada una gran opor­tunidad de negocios para luego darse de frente al año siguiente con una gran re­ducción de precios, sería el motivo principal.

SICOSIS

Varios referentes del mer­cado manifiestan la gran incertidumbre que ronda al sector por estos días, con muchos rumores y comen­tarios de pasillo sobre la posibilidad de que varias empresas no puedan resis­tir el embate de los precios bajos y decidan terminar con sus operaciones.

Sin embargo, gran parte de estos rumores no tienen casi ningún fundamento y solamente ayudan a gene­rar mayor incertidumbre de la que ya existe.

Por lo que a pesar de todo, el sector se mantiene po­sitivo en esta época difícil y hablan de que la mayoría de las empresas se están apoyando para evitar que el tema de las convocatorias se convierta en una espiral negativa que no se pueda revertir.

Así funcionó el esquema AJP

Primero los referentes de la firma organizaban visitas a conocidos productores agropecuarios para convencerlos de que negocien su producción con ellos en lugar de con las cooperativas, silos o empresas con las que usualmente trabajaban, ofreciéndoles mejores precios a los que conseguían normalmente.

De aceptar la propuesta el negocio se cerraba con cheques a varios meses de vencimiento, que normalmente eran rápidamente descontados por las instituciones financieras a pedido de los productores.

Al principio del esquema todo era color de rosas, los productores conseguían mejor precio por sus productos y AJP conseguía un producto que volvía a negociar posteriormente. Así, más agricultores se fueron sumando al esquema, con la promesa de mejores precios.

Pero los precios fuera de mercado que pagaba la empresa tenían solamente el fin de atraer a más personas, para que los nuevos ingresados al esquema puedan financiar a los anteriores y como todas estas ruedas, donde no se produce realmente ningún bien o servicio, explotó. Los ingresos de los nuevos ya no eran los suficientes para cubrir los beneficios que se deberían otorgar a los demás, por lo que en AJP habrían decidido cortar por lo sano y dejar colgados los cheques futuros, que no tendrían fondos para el momento en que los bancos, donde fueron descontados, quisieran cobrarlos.

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