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LAS FUERZAS ARMADAS Y LA DANZA DE LOS COQUITOS

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Ante responsables denuncias acercadas a nuestro medio hemos procedido a verificar lo denunciado. Lo muy peculiar del caso es que nos costó de sobremanera digerir el hecho no tanto por su eventual dimensión sino por su notable y negativa peculiaridad. Más bien parece un tema surrealista o de ciencia-ficción de muy baja monta pero todo indica que está más cerca de la realidad que de la ficción.
En primer lugar nos manifestaron que los excomandantes de la Armada estarían gozando de una situación que podría calificarse de “privilegio” por la que cuentan, cada uno, con un chofer militar para servicios personales y en forma vitalicia.
Esta situación de dudosa legalidad y evidente inmoralidad es uno de los tantos vicios menores pero antiguos que siguen sin ser superados. Un personal militar está formado para cumplir funciones militares o a ellas relacionadas; el país le paga para ello. De ninguna manera puede entenderse que un acto de servidumbre particular sea una actividad castrense y, en ningún caso, debería ser financiado por el pueblo.
Aquí no caben excusas de que los responsables ganan poco o que son “derechos adquiridos” (muy de moda); es una cuestión de dignidad del semejante (los afectados tienden a ser objeto de burlas). Un ciudadano no puede someter a otro a su servicio personal con dinero público; el caso, evidentemente, no sería un contrato laboral. Los subalternos más humildes y más indefensos son los sometidos a estas tareas que, en muchos casos, más bien deben obedecer a las señoras de los citados oficiales retirados ampliando sus funciones de chofer a ordenanzas para realizar compras en supermercados, farmacias, carnicerías, panaderías, etc. Otras veces les toca conducir a tan distinguidas señoras a sus reuniones sociales; mientras ellas disfrutan los afectados quedan a esperar en la calle. “No tenemos horarios ni vacaciones”, “Si nos negamos nos ofrecen el Chaco o la baja”. “A veces mi jefe me da un poco de propina” son algunas de las frases de un “comisionado”.
Solo en el gobierno de Lugo pasaron a retiro 5 (cinco) comandantes que, en otras palabras, significaron 5 (cinco) choferes más que el estado debería pagar y 5 (cinco) efectivos menos para las FF.AA. En general son destinados choferes de cierta antigüedad que sumando Salario Básico, UBA, Exposición al Peligro, Seguro Médico, Cursos y otros beneficios cada uno cuesta por lo bajo 5.000.000 (cinco millones) de guaraníes por mes; además dejan de prestar servicios a la institución. Se estima que existen alrededor de 10 choferes dedicados a tales servicios, es decir, cada mes el tesoro público desembolsa 50.000.000 (cincuenta millones) de guaraníes para estos fines no tan claros. Al año el monto ronda los 650.000.000 (seiscientos cincuenta millones); no es poco dinero.
Si necesitan tales servicios particulares deberían contratar en forma particular y si carecen de los medios para hacer deberán abstenerse de tales servicios. Al parecer también hay oficiales en actividad con cargos que incurren en estas prácticas pero según nuestra fuente por lo menos terminan al pasar a retiro.
Otro hecho denunciado que, además de pintoresco, raya más bien a lo ridículo o a lo miserable es que los mismos excomandantes estarían recibiendo pequeños presentes consistentes en unos 2 kilos de coquitos los días viernes. Parecería una niñería ocuparse de esto pero todo indica que para la elaboración de los mismos se descuentan del cupo o ración de los soldados que jamás llegaron a probar los apreciados coquitos; los recursos públicos grandes o pequeños deben ser bien administrados. También les estaría alcanzando tan distinguido obsequio a algunos oficiales, suboficiales y funcionarios según su buena relación con el Jefe de Panadería de la Armada que se vuelve el niño bonito de los días viernes. Semanalmente se estaría elaborando alrededor de 100 kilos que al mes totalizan 400. Al año se aproxima a 4.400 (por 11) porque en diciembre se suspende para dar paso al pan dulce. Como se ve no es tanta niñería y tampoco es muy poco.
El servicio es a domicilio, la mayoría de los agraciados viven en el Gran Asunción y para cumplir con tanta cortesía se destina una camioneta, un chofer y un ayudante para hacer llegar a destino tan preciada carga. “Si no llegamos a tiempo ya llaman a nuestros superiores y ya hay problemas” manifestó un repartidor. Si nos ponemos a sumar los costos estaríamos ante nuevos “coquitos de oro”.
Según nuestras averiguaciones el Ejército y la Fuerza Aérea tampoco estarían a la zaga ni en choferes ni en coquitos. Próximamente más detalles.
El saneamiento de las instituciones debe registrarse en todos los niveles y en todas sus formas. Los problemas deben resolverse sean pequeños o grandes. Esperemos que los responsables de los hechos denunciados tomen las medidas necesarias para eliminar viejas prácticas irregulares y nocivas. Es tiempo que el NUEVO RUMBO empiece a sentirse en las FF.AA.

Alberto Fernández

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