Notas
LA TECNOLOGÍA, EL NUEVO ANTI-AFRODISÍACO
-¿Por qué son así? El tonto me dice: “Tienes lo tuyo, ¿eh?”. Mientras, me abraza en el saludo e ‘inspecciona’ mis caderas. Yo solo pensé: Sí, lo sé, ¡¿y?!
Me cuenta S con esa típica desesperación de quien nomás no le salen bien las cosas por más empeño que le ponga, luego de un encuentro con ese amigo del que “sobrevive” una tensión sexual que fulmina, derrite, quema fusibles; sin embargo, nada. Sólo le quema el cerebro, la carne y no pasa de insinuaciones.
No quiero hacer alarde en los detalles, pero conozco lo esencial: no es gay ni casado, no tienen novia y, en apariencia, no hay nada que pueda detenerlo; ella está más que dispuesta desde hace mucho tiempo, y esto no tiene que ver con poner en riesgo la amistad porque ambos saben que serán los íntimos de siempre. Creo.
Y así cavilo y recuerdo a un hombre que, a la menor provocación, yo le insinuaba el encuentro, y cuando creía que daría el gran paso hacia su departamento, todo se quedaba en desesperantes emoticones con forma de martinis y el desquiciante (regularmente lo hacía): “Sería alucinante que nos viéramos… Si así fuera (ahí viene lo triste), ¿qué harías con mi boca… mi pene, bla, bla, bla? ¿Qué me comerías?”.
Corte A: suspiro de desilusión y cierre de aplicación; sabía que no me invitaría a tener sexo de VERDAD y que lo único que yo me comería sería una pizza frente al televisor o llamarle al Plan B que, aunque no duerme después de las 11 y no bebe alcohol, le doy velocidad a mis preparativos para llegar a tiempo. Ya sé: también este caso es aburrido.
De verdad, no fue por mi “mal servicio” que no quisiera pasar a segunda base, pues el mejor oral y demás artilugios los había practicado con él; sin embargo, parece que para algunos el sexo ya no es prioridad y les gusta (por dios) el higiénico Skype, WhatsApp o el alucín en solitario “pensando en mí”.
Para algunos el sexo ya no es prioridad y les gusta el higiénico Skype o Whatsapp.
Entre mis dudas florecen las más ansiosas de todas: ¿acaso ese famoso instinto sexual masculino supuestamente irrefrenable frente a la oportunidad de saciarlo se ha mitigado con las múltiples tareas laborales, sociales y tecnológicas? E incluyo las deportivas, pues a veces se niegan porque “mañana tengo que despertar a las 5 para ir al gym”. ¿Será que tal impulso se ha vuelto consciente? ¿Es que ahora somos nosotras las que nos volcamos en lo alucinante de la carne en un aura de erotismo exquisito frente a frente? Porque a mí no me importa ir derechito a los brazos de quien me demuestra la entera confianza de que nos la pasaremos increíble una noche de martes, tomar un par de cervezas e ir a trabajar rozagante al día siguiente, de verdad.
No con tanta drasticidad, pero esto me lleva a una reciente noticia, en la que se habla de la falta de interés por el sexo que está cobrando “vidas” en un lejano país: Japón. Todo apunta, claro está, a su característico y atribulado ritmo de vida y por el celibato voluntario de los chicos de esa nación. Los llamados “herbívoros”.
Sé que estamos a años luz de que algo así suceda en Latinoamérica. No obstante, las facilidades otorgadas por la tecnología permiten que más amantes tengan ese cinematográfico sexo a través de las palabras, imágenes y sonidos plasmados en un dispositivo.
¿Acaso ese famoso instinto sexual masculino supuestamente irrefrenable frente a la oportunidad de saciarlo, se ha mitigado con las múltiples tareas laborales, sociales y tecnológicas?
Los soshoku-kei danshi, en japonés, son esos hombres que han optado por hacerse a un lado del sexo e, incluso, del amor. Como lo dijo el sociólogo Masahiro Morioka: “Son sensibles, tímidos e inexpertos, que les gustaría salir con chicas, pero no saben cómo acercarse a ellas, o tienen la capacidad de hacerlo, pero lo evitan para no sentirse heridos”; esto publicado en su libro “Lecciones para hombres herbívoros”. Vaya cosa con estos nuevos perfiles sociales. Es notable que tratan de aligerar el equipaje emocional –¡¿sexual también?!– y se entregan a las ocupaciones diarias, terminando exhaustos o aburridos para cualquier otra cosa que tenga que ver con el cuerpo y el placer.
Insisto, lejos de que ocurra contigo –seguro eres un carnívoro consumado, faltaba más–, nunca sobra recordar que la chamba es la chamba y no hay nada como darle gusto al gusto y fluir ante una buena –y responsable– oportunidad de tener sexo rico, alocado, de último minuto; ese que con pocas palabras – sí, sí, escritas en WhatsApp, como quieras– invitan simplemente a ir a un encuentro de orgasmos provocados por los cinco sentidos. Punto.
Me gusta que mi vida esté colmada de prioridades, así nada de lo verdaderamente importante se excluye, con todo y que quisiera, por lo menos, 26 horas al día por tanto trabajo que hay en mi día; y así, incluyo el sexo como algo primordial y como mejor se disfruta: piel con piel.
“Come de mí, come de mi carne”, diría el desaparecido y muy recordado Gustavo Cerati. Cierto.
Hoy en día existen hombres que prefieren eliminar de sus vidas el sexo y el amor.
Sobre la autora (Liliana Rodríguez): estudió Ciencias de la Comunicación en la UNAM y le gusta editar revistas sobre cine, televisión y moda. Es amante de la buena ortografía. Por eso, hoy dedica gran parte de su tiempo a la corrección de estilo. Otros de sus grandes intereses son el sexo y los hombres… Y sí, le fascina escribir sobre ellos.
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