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La apuesta más segura de un país: invertir en su gente

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Juntos por la Educación

El crecimiento económico de las naciones, si bien es una variable en la que influyen muchas otras, depende en gran medida de la capacidad que tie­ne su población de aprovechar las ventajas com­petitivas que provienen de su posición geográfica (clima, ubicación, recursos naturales) o de la ge­neración de actividades capaces de capitalizar las oportunidades que se desarrollan en la dinámica económica regional o mundial.

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UN LUGAR ESTRATÉGICO EN EL MAPA

Tener una ubicación geográfica privilegiada y con­tar con recursos naturales en abundancia son fac­tores deseables, pero que no dependen del deseo o la voluntad humana. No obstante, disponer de recursos naturales o ubicación favorable no son en absoluto garantías de que puedan ser convenien­temente aprovechadas en beneficio del bienestar de la población. Y, por otro lado, la historia econó­mica reciente tiene varios ejemplos de países que, a pesar de una posición geográfica desventajosa o de la escasez de recursos naturales aprovechables en sentido económico, han podido capitalizar las oportunidades generadas por el “mercado regio­nal o mundial” a fin de impulsar su desarrollo.

De lo anterior se concluye que el factor determi­nante, clave y fundamental para el aprovecha­miento de las ventajas inherentes de los países o de las oportunidades que existan en el entorno es sin lugar a dudas: su gente.

Ya en 1964, Gary Becker (1930-2014) publicaba su famosa obra “El capital humano” -línea de traba­jo que posteriormente le valiera el Premio Nobel de Economía en 1992- en la que exponía las ideas generales acerca de la importancia de este factor en el crecimiento y el desarrollo de las naciones. Hoy, a cincuenta años del lanzamiento aquella obra icónica en la literatura económica, nadie dis­cute la importancia del capital humano, pero en la práctica, pocos países apuestan a desarrollarla, y el Paraguay, no ha sido la excepción.

CAPITAL HUMANO Y EDUCACIÓN

Definiendo capital humano como el conjunto de capacidades productivas acumuladas a través de conocimientos y experiencias, destaca de manera obvia la importancia de la educación en este pro­ceso. Las inversiones en educación son fiel refle­jo de la importancia que los gobiernos le dan, el compromiso de las naciones para con la educación se manifiesta a través del presupuesto que se les asigna.

Durante muchas décadas el Paraguay ha poster­gado la inversión en educación, mientras las na­ciones del mundo realizaban esfuerzos por elevar las inversiones en educación, con promedios cer­canos al 3% del PIB, Paraguay invertía sólo el 1% de su PIB hasta bien adentrados los años 80. Esta fue una muestra clara de la importancia que como país se le daba a la educación. Las consecuencias de esta omisión tienen repercusiones que, tras­cendiendo varias décadas y hasta generaciones, llegan a los tiempos actuales.

A modo de referencia, se estima que el 70% de la actual fuerza productiva del Paraguay se ha for­mado en tiempos en que el país invertía tan sólo el 1% de su PIB en educación.

Las consecuencias, están a la vista hoy.

LOS DESAFÍOS

Grandes rezagos tiene la educación paraguaya, si la comparamos a la región, aún seguimos con bre­chas importantes que cubrir. Desde las inversio­nes en formación y salarios de los docentes, la in­fraestructura básica para el buen desarrollo de las clases, la incorporación de tecnologías en el aula o el incentivo a la investigación, por citar algunos ejemplos, se tienen importantes desafíos por su­perar. El presupuesto, si bien es un factor impor­tante, no es requisito único para que se observen las mejoras en la calidad de la educación.

Se necesita blindar a la educación, de la sistemá­tica influencia de sectores políticos, económicos y gremiales que anteponen sus intereses y coartan los intentos genuinos que se tienen por mejorar la calidad educativa en las aulas.

Estos sectores, muchas veces no muy visibles, son el mayor obstáculo. Pensar que sólo con un mayor presupuesto se resuelven los problemas de la edu­cación paraguaya es similar a creer que la sola pro­mulgación de una ley resuelve un problema social dado. El mayor obstáculo, el más grande desafío está en la articulación de acciones e interés de un gran número de actores, que no muchas veces tie­nen como principal y genuino interés el de mejorar la educación.

CIFRAS PARA LA ACCIÓN

Como epílogo y como fuerte recordatorio de la si­tuación que se pretende revertir a través de una mejor educación, se expone un dato que resume y explica la razón primordial que debe obligar al Paraguay a extremar esfuerzos por mejorar su ca­pital humano, con medidas de carácter urgente.

Hoy, en pleno siglo XXI, sólo el 32% de la población en edad productiva del Paraguay, la de 18 años o más, tiene la secundaria concluida.

Para un siglo XXI caracterizado por el dinamismo y la competitividad, este indicador puede resultar insuficiente y puede poner en riesgo, como se ex­plicara con el enfoque de capital humano, el creci­miento económico, a la instalación de inversiones, la reducción de los índices de pobreza y el bien­estar general de toda la sociedad paraguaya. De­bemos, por tanto, poner a la educación en el foco de las demandas sociales y decididamente darle el impulso que se requiere. En esta acción el Para­guay se juega su futuro.
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