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“El coronavirus dejará desempleo y pobreza”

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La pandemia del COVID-19 sacude al mundo. Los países van delineando estrategias para enfrentar no solo la crisis sanitaria actual, sino también para sobrellevar el anunciado impacto económico en un escenario poscoronavirus. ¿Qué pasará después?, es una pregunta que se instala en medio de cifras de infectados y fallecidos en aumento. El sociólogo Carlos Peris aporta algunas reflexiones al respecto.

  • Arturo Peña
  • [email protected]
  • Fotos: Archivo / Gentileza
  • Por Carlos Aníbal Peris, sociólogo e investigador.

Al empezar el mes de diciembre del 2019, en Wuhan, China, un tipo de neumonía cuyas causas no se podían identi­ficar empezaba a ser noticia. Eran los primeros casos del COVID-19, un nuevo tipo de coronavirus. A principios de marzo, tras la expansión a nivel mundial, la Organi­zación Mundial de la Salud (OMS) lo calificó como pan­demia. Para abril ya se había informado sobre más de 1.000.000 de casos en alrede­dor de 200 países, con más de 51.000 muertes. Los sistemas sanitarios fueron sorprendi­dos por un virus para el cual no estaban preparados.

Los gobiernos se encuen­tran desarrollando estrate­gias y tomando medidas, en muchos casos drásticas, espe­cialmente en el ámbito de la salud y la economía. Estas determinarán el impacto de la epidemia a corto y mediano plazo, pero, a la vez, tendrán probablemente una influen­cia determinante en un esce­nario a futuro.

CÓMO SERÁ

¿Cómo será el mundo des­pués del coronavirus? Es una pregunta que muchos analistas a nivel mundial se encuentran tratando de res­ponder. Varias son las hipó­tesis. Algunos hablan de un mundo aun más globalizado, otros de sociedades más ato­mizadas. Lo cierto es que el coronavirus dejará su huella en varios aspectos de nues­tras vidas.

Para hablar sobre estos potenciales escenarios futuros, recurrimos al sociólogo Carlos Aníbal Peris, investigador en la Universidad Nacional de Asunción y director del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Católica. “Socialmente hablando, el coronavirus le tomó por sorpresa a todos los gobiernos, sin importar que sea uno de alto o bajo PIB. Se ha visto que todos llegaron a colapsar porque no tenían en la agenda que un virus pueda causar este daño. Hay que entender también otro contexto, que es el que a lo mejor nos va a dar las pistas de cómo se va ir configurando la sociedad cuando este tema pase. El contexto de hoy es que vivi­mos en un mundo donde la globalización ya ganó, donde estamos todos conectados, donde los Estados naciona­les cada vez tenían menos presencia. Pero esto esta cambiando. Hoy las fron­teras se están cerrando, las economías plantean otras formas de cómo autoabas­tecerse y descubrimos que esa figura del Estado, que se vio echada para abajo, está volviendo a resurgir con pre­sencia fuerte”, señaló Peris.

Para el investigador, el hecho de que los Estados naciona­les vuelvan a tener más peso en el ordenamiento territo­rial lleva consigo otra cues­tión: “Se tendrá que empe­zar a revalorizar lo público porque justamente en estas crisis todos recurren a lo público, ya sea para aten­derse, para un análisis, para un préstamo. Sea para lo que tenga que ser, el Estado es una institución que no sola­mente está para controlar, para amoldar, sino que tam­bién debe estar para actuar en momentos como estos”.

IMPACTO

Varias hipótesis se pueden hacer sobre el impacto que tendrá esta crisis a largo plazo. Al consultarle a Piris sobre cuál sería el principal, su respuesta es clara: el des­empleo y la pobreza.

“Después podrían estar otros efectos como el distan­ciamiento social y cómo la sociedad se va a transformar, socialmente hablando, en las prácticas. Pero el principal daño que va a dejar el coro­navirus es la pérdida de pues­tos de trabajo, gente que la va a pasar muy mal. Los excluidos de siempre, los indígenas, los campesinos, que ya la esta­ban pasando mal, ahora van a estar peor. El coronavirus nos va a dejar más desempleo y pobreza. Entonces, hay dos caminos: o entramos en un individualismo en el que no nos importa absolutamente nada o nos convertimos en una sociedad más solidaria, mas empática con el otro y empezamos a vernos entre nosotros mismos, a analizar los discursos que tenemos, ver que hay gente que verdade­ramente la va a pasar mal, a revalorizar más el consumo interno, etc., porque si no, esto va a ser un caos”, sen­tenció el sociólogo.

El panorama económico se presenta similar en práctica­mente todas las regiones del mundo. En los Estados Unidos, cerca de 10 millones de ciuda­danos pidieron prestación por desempleo en las últimas dos semanas. Mirando a Europa, en España se registra aumento dramático del desempleo, con 3,54 millones de desocupa­dos a fin de marzo. En nuestro país, las cifras de desempleo comenzaron también a variar, en especial en el último mes, hasta donde se contaron cerca de 1.500 despidos.

Para la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (Cepal), organismo de las Naciones Unidas, el esce­nario que se avecina es de una recesión global que afectará al PIB, un aumento del desem­pleo y millones de personas que se sumarán a los índices de pobreza. “Las respuestas también deberán ser proba­blemente globales; es decir, ciertos organismos, ya sea de financiación o grupos como la Unión Europea, Mercosur, etc., van a tener que tomar un rol más solidario con los paí­ses”, agregó Peris.

“A la larga, una vez que la pan­demia pase, que la cuestión sanitaria pueda ser contro­lada, va a quedar el factor eco­nómico. Las fronteras van a tener que abrir nuevamente y volver a activar esa maqui­naria, pero con una peculia­ridad: algunos Estados van a ser mas fuertes porque esta situación obliga a tener un rol más fuerte dentro de su ciuda­danía”, reflexionó.

CAMBIO

Finalmente, ante un escena­rio tan sombrío, la consulta es qué de positivo se podría extraer en este contexto. Según Peris, “es un buen tiempo para que la sociedad paraguaya se dé cuenta de que el Estado tiene muchas carencias y es una posibilidad que tenemos para cambiar de rumbo, y eso implica mayor responsabilidad de la socie­dad; mayor responsabilidad de los políticos, sí, cierto, pero también una mayor conscien­cia de la ciudadanía, que tiene que tomar un rol activo en la sociedad, no solamente ir a votar cada cinco años o salir a protestar cada cierto tiempo. Vos, desde tu contexto diario, preguntar qué podés hacer para que esto sea mejor. Creo que acá tenemos un pro­blema que hasta podría ser externalista; es decir, siem­pre la culpa de todo la tienen los políticos o las autorida­des, pero ¿quién los votó? Hay que ejercer un control ciudadano de una forma responsable. Acá el cambio tiene que ser total, desde lo político hasta lo ciudadano”.

LA UNIVERSIDAD Y SU APORTE DE ANÁLISIS

Stella García, trabajadora social y docente.
Stella García, trabajadora social y docente.

Días atrás, docentes de la Facultad de Ciencias Sociales (Facso) de la Universidad Nacional de Asunción iniciaron un grupo de discusión sobre políticas públicas y particularmente las políti­cas sociales que se están desarrollando en el marco de la crisis por la pandemia de coronavirus.

En un primer documento elaborado dentro de este espacio, los profesionales plantearon los déficits en la política social de asistencia y aportaron elementos para diagnósticos.

Stella García, trabajadora social y docente de la Facso, explicó los objetivos de esta iniciativa: “Ahora mismo es un grupo de estudio, pero aspiramos a que sea un observatorio, porque el observatorio va a estar analizando permanentemente lo que hace el Estado sobre el COVID-19 y más adelante sobre otros problemas sociales que van emergiendo, y los que están siempre, que son estructurales, como el desempleo o la salud, la educación”.

“Ese es el papel de la universidad porque los que están todo el día en la gestión están más en lo operativo, digamos, entonces ellos necesitan una instancia que problematice y que revele más duramente el problema, el papel de la universidad, es casi interpelar, estar contándoles qué está pendiente, qué está mal diseñado o implementado. Esto obviamente supondría tener también un Estado que esté muy abierto a dialogar con la universidad y a lo mejor en un pro­ceso más largo, a mediano o largo plazo, eso se puede dar. Por ahora por lo menos tenemos que poner nuestra voz en el escenario”, agregó la docente.

Sobre las estrategias en políticas públicas y sociales que se han desplegado en el contexto de la crisis sanitaria, la mirada de García es bastante crítica. “Esta situación sacó al relieve todas las carencias y desprolijidades de nuestra política pública. En realidad somos una sociedad profun­damente conservadora y todo lo que tiene que ver con las políticas públicas y sociales nunca le promocionaron o dignificaron a las personas; son residuales y compensatorias, contienen jus­tito lo que se necesita para que no se muera la gente, y si se muere, ‘bueno, se tenía que morir’, se naturaliza eso. Esas son las políticas que tenemos. Entonces no venimos de un trayecto que prometa que algún tipo de reforma nos permita avanzar. Al contrario, probablemente van a ser regresivas si se llegan a concretar reformas en este contexto. Estamos bastante mal y no está suficientemente visto lo mal que estamos”, señaló.

Los tres principales cuestionamientos que hace el grupo técnico a las medidas asistenciales anunciadas por el Gobierno son:

1º) La necesidad de rigor técnico en cuanto a la asistencia (subsidio); respecto al criterio de establecimiento del monto de la asistencia, el perfil del destinatario, la cantidad de destinata­rios, el ciclo operativo y tecnológico de la selectividad (incluye mecanismos ágiles de reclamo, periodización de respuestas a esos reclamos, instancias que seleccionan y las que fiscalizan,

etc., que son aspectos claves para la transparencia en la gestión pública).

2º) La relevancia de la participación de todas las políticas públicas, de

modo de enmarcar lo asistencial, con respuestas complementarias a las diversas políticas, se puede hacer más fuerte y efectiva la contención, así como dar consistencia al gran desa­fío actual, que es relacionar estrechamente la política económica y social, priorizando al ser humano por encima del

mercado y toda fuerza que la relativice, en el contexto de crisis generadas por

COVID-19.

3º) Rehusar a la idea de que la crisis por la pandemia COVID-19 se encare binariamente como actos de buena voluntad individual, por un lado, y actos reversibles con castigos por el otro. Esto, a más de dignificar la asistencia y situarla como un pilar clave de protección social (junto a la salud y la seguridad social), aportará a trascender su concepción residual y compensatoria.

Se planea desarrollar un Observatorio de Políticas Sociales desde la Facso-UNA, en la idea de que la Academia aporte a la revisión de las políticas públicas. Las ciencias sociales tienen la función de desenmascarar la rea­lidad social y mostrarla tal cual es.

Dicha realidad puede referirse al Estado, al mercado, a la sociedad civil, a los movimientos sociales, etc.; por tanto, se pondrán a la vista problematizaciones enmarcadas en los DDHH, tendientes a pro­puestas para la mejora de la cali­dad de vida de las personas, señala la Mag. Stella García, parte del grupo impulsor.

Han lanzado un primer docu­mento de análisis y los futuros materiales de discusión serán emitidos semanalmente durante este proceso de crisis del COVID-19. El grupo de docentes está inte­grado por Olga Paredes, Bruno Martínez y Stella García.LA NACION

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