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De la leyenda del Indio José a la Basílica: la evolución de la devoción a la Virgen de Caacupé

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Cada 8 de diciembre, Paraguay se detiene para rendir homenaje a la Virgen de Caacupé, una de las figuras religiosas más veneradas del país. Esta festividad, además de ser una expresión de fe, es un puente hacia los valores, la historia y cultura que definieron a nuestra sociedad a lo largo del tiempo. En conversación exclusiva con el historiador Claudio Velázquez, desentrañamos los aspectos más fascinantes y profundos de esta tradición que trasciende generaciones.

El templo viejo y el patrimonio cultural

La devoción a la Virgen de Caacupé tiene un vínculo estrecho con su templo, cuya historia se remonta al siglo XIX. Según Velázquez, el primer templo, construido en 1808, sufrió el impacto de un rayo que deterioró gravemente su estructura. Fue durante el gobierno de Bernardino Caballero, en 1879, cuando se autorizó la construcción de un nuevo edificio conocido como la «iglesia vieja».

«Si preguntamos a nuestros padres, incluso podrían comentarnos que habrán visto e incluso ingresado al antiguo templo, en donde está lo que es la explanada actualmente. Lastimosamente, éste no pudo sostenerse y terminó derrumbándose. Se hizo una réplica de este templo en el Tupãsy Ykua, incluso se usó parte de sus materiales, pero no es más que una réplica. Creo que eso debe enseñarnos a valorar lo que es el patrimonio cultural, independientemente a que nos enfoquemos en nuevas construcciones o proyecciones», enfatizó Velázquez.

«El primer hecho que se tiene, en donde se reporta gente peregrinando a Caacupé, se da en 1875».

La festividad de Caacupé fue evolucionando, consolidándose como un pilar de la identidad nacional. A lo largo de los años, la Virgen estuvo presente en momentos cruciales de la historia paraguaya. Velázquez destaca cómo esta devoción cobró fuerza tras la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), cuando el padre Fidel Maíz difundió la leyenda del Indio José, figura clave en la mitología guaraní y símbolo de la protección divina.

Nave central del antiguo templo de Caacupé. Acervo Milda Rivarola en www.imagoteca.com.py

«El pueblo paraguayo necesitaba de unidad y de la devoción a la Virgen para creer en un proceso de reconstrucción y cobrar fuerza. Y ahí es donde tiene protagonismo la Virgen de Caacupé», explicó el historiador. Además, agregó: «La festividad evolucionó a lo largo de la historia del Paraguay a través de diferentes episodios clave. Un ejemplo es la Guerra del Chaco, periodo en que muchos de los combatientes que iban a la guerra se encomendaban a la Virgen para volver a casa sanos y salvos. Es por eso, incluso, que el proyecto de construcción de la basílica nueva nació en 1940, tiempo después del conflicto».

Velázquez también abordó un episodio menos conocido, pero de gran relevancia histórica: la decisión del obispo Ismael Rolón de suspender la procesión de la Virgen en 1969, durante la dictadura de Alfredo Stroessner. «A raíz de las persecuciones políticas que se estaban registrando durante la dictadura stronista, Rolón tomó la decisión de suspender ese año la tradicional procesión. En aquel entonces, era ya una tradición hacer un recorrido por el pueblo de Caacupé con la imagen de la Virgen, y en ese año él tomó la decisión de suspender ese acto. Solamente se remitió a la misa, y esta procesión siempre era acompañada por Stroessner. Fue uno de los primeros actos de protesta a las persecuciones que se dan en el periodo de la dictadura. Después, él pasó a ser Arzobispo de Asunción y tener un historial importante de enfrentamientos a la dictadura», señaló.

«En la Guerra del Chaco, periodo en que muchos de los combatientes que iban a la guerra, se encomendaban a la Virgen para volver a casa sanos y salvos».

La tradición de la peregrinación 

La peregrinación a Caacupé es una de las expresiones más conmovedoras de la devoción paraguaya. Velázquez describe cómo, desde el siglo XIX, los fieles encontraron formas de manifestar su fe: «La peregrinación siempre tuvo su particularidad. La gente iba en sus carretas, es más, incluso cuando estaba en construcción, cosa que fue durante muchísimo tiempo, se recuerda que la gente que peregrinaba llevaba en ese tránsito una piedra, que después posiblemente pueda servir o ser usada en ese proceso de construcción del nuevo templo».

El historiador también menciona que los primeros registros de peregrinaciones datan de 1875, en un contexto marcado por tensiones políticas, como el levantamiento revolucionario contra el presidente Juan Bautista Gill. «El primer hecho que se tiene, en donde se reporta gente peregrinando a Caacupé, se da en 1875, cuando acontece en Paraguay un levantamiento revolucionario durante la presidencia de Juan Bautista Gill, y justamente esta revolución buscaba aprovechar el hecho de que la gente, de cierta forma, iba a peregrinar hasta Caacupé», afirmó.

Un elemento destacado por Velázquez es el vínculo entre la Virgen y las tradiciones guaraníes. «Durante ese proceso evangelizador es que en 1769 se funda este pueblo. Se dirige a lo que era la primera capilla a partir de una imagen que fue donada por la Iglesia del pueblo de Tobatí. Ese proceso que se va dando en diferentes pueblos es clave. Y, sobre todo, también lo que es la leyenda del Indio José, que si bien es una leyenda, es algo que llega hasta hoy en día. Es tal vez una de las más fuertes y conocidas dentro de la cultura paraguaya», explicó.

Claudio Velázquez, historiador.

Más allá de la fe: lecciones para el presente 

Velázquez concluye con una reflexión sobre la importancia de preservar el patrimonio cultural y religioso: «Mi perspectiva es que la tradición de peregrinar a Caacupé persiste por la religiosidad misma de la sociedad paraguaya. Porque la sociedad encuentra fuerzas y esperanzas en esa religiosidad, en esa devoción a la Virgen, y es algo demasiado importante que, afortunadamente, persiste en la sociedad y permite que se mantenga esta cultura».

El Día de la Virgen de Caacupé es un recordatorio de los valores que unen al pueblo paraguayo. Desde los episodios históricos que moldearon la nación hasta la devoción inquebrantable que impulsa a los peregrinos, esta festividad es, sin duda, un tesoro cultural que merece ser celebrado y preservado.

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