Notas
Casa en la que se ocultó el Ángel de la Muerte en Paraguay
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Reinaldo Becker, el investigador que logró el testimonio de un ex oficial de la SS sobre el sitio en que estuvo oculto el criminal nazi, hoy rompe el silencio, narra la historia y nos muestra la casa.
Por Andrés Colmán Gutiérrez y Narciso Meza
HOHENAU, ITAPÚA
Cámara y video: César Orué
Lo llamaban «doctor Fritz», o simplemente «señor Fritz» (aunque hay quienes lo recuerdan como Fischer), y se referían a él simplemente como «el extraño señor alemán que vive en la casa de los Krug, en Hohenau Cuatro».
En esa época, a principios de los 60, ni siquiera los pocos alemanes que lo conocían, se atrevían a decir su verdadero nombre. Medio siglo después, el miedo a nombrarlo permanece vivo en las calles de Hohenau, la colonia fundada por inmigrantes alemanes en 1900, a 35 kilómetros al noreste de Encarnación.
-Señora, disculpe… ¿conoce usted la casa en la que vivió el doctor Josef Mengele, aquí en Hohenau? ¿Nos dice cómo llegar…?
La mujer anciana, con típicos rasgos de ascendencia alemana, quien al principio nos había atendido con amabilidad, se horroriza al oír el nombre, hace un gesto de negación y se aleja presurosa por una vereda de la céntrica avenida Osvaldo Tischler.
EL ÚNICO. En Hohenau, ni en las vecinas colonias Obligado y Bella Vista, nadie quiere hablar de Mengele… o casi nadie.
Reinaldo Becker Dietze es un destacado cooperativista, directivo de la Cooperativa Colonias Unidas, también descendiente de alemanes, escritor e investigador, director y editor de la revista local Perspectivas, quien en marzo de 1985, en plena época de la dictadura stronista, cuando era corresponsal en la región del desaparecido diario Hoy, se atrevió a escribir un reportaje titulado «Mengele en Hohenau hacia los años 60».
En el diario no le tomaron muy en serio, a pesar de que había logrado entrevistar a Alfonz Dierckx, ciudadano belga ya fallecido, ex oficial de las SS (las famosas Schutzstaffel, divisiones militares de la Alemania nazi), quien se mudó a Hohenau después de la Segunda Guerra Mundial y aquí conoció personalmente a Joseph Mengele, el célebre «Ángel de la Muerte», médico y criminal de guerra nazi buscado por realizar experimentos con prisioneros judíos.
Reinaldo Becker Dietze, el hombre que obtuvo un testimonio de primera mano sobre la presencia de Mengele. Foto: César Orué ÚH.
Dierckx, quien fue prisionero de los soviéticos, ejerció como fotógrafo en Hohenau y se hizo muy amigo de Reinaldo. Cuando en 1985 la cazadora de nazis Beate Klarsfeld vino al Paraguay, acusando que Stroessner protegía y mantenía oculto a Mengele en las colonias menonitas del Chaco, Dierckx le dijo a Reinaldo: «Eso es mentira, yo sé que Mengele ya murió ahogado en Brasil».
El corresponsal le propuso que lo cuente en una entrevista. El belga aceptó, pero dijo que le entregaría las respuestas por escrito. Así lo hizo, en idioma alemán, de puño y letra, en tres hojas de cuaderno, que hoy Becker guarda como un tesoro.
DOCUMENTO. «Conocí a Mengele por intermedio del señor Alban Krug, con quien me unió una gran amistad, y en cuya casa de campo, ubicada en Hohenau 4, Caguarené, vivió Mengele un tiempo», relata el ex oficial SS, Alfonz Dierckx, en el manuscrito que entregó a Becker.
«Solamente dos veces pude hablar con él durante su paso por estas colonias alemanas. Recuerdo sí que durante uno de nuestros diálogos, el doctor Mengele me dijo que se fue de la Argentina porque se sentía perseguido, y que en cualquier momento podían secuestrarlo, lo que me dio a entender que lo perseguían por sus responsabilidades en la guerra», dice en otro párrafo.
En su testimonio, Dierckx afirma que entonces no sabía nada sobre los crímenes de Mengele. «Incluso tuve ocasión de tomarle unas fotografías, las que quemé luego, junto con los negativos, al enterarme años después, por medio de la prensa internacional, de las atrocidades y crímenes que había cometido», sostiene.
En el documento, Dierckx le hace a Becker la revelación que en ese momento era una primicia: «Después de los dos diálogos que mantuve con él (Mengele), no supe más nada, únicamente lo que confidencialmente me contó el señor Alban Krug, en el sentido de que Mengele fue a una colonia alemana del Brasil, donde al parecer habría fallecido ahogado. Yo fui confidente del señor Krug y descarto que me haya contado algo que no fuera verdad».
Con aquel dato, Becker quiso titular su reportaje con la primicia mundial: «Mengele murió ahogado en Brasil», pero su editor le dijo que era muy fantasioso. El dato fue consignado al final. Meses después, el propio Gobierno brasileño comunicaba que Mengele había muerto ahogado en una playa de Brasil.
SILENCIO. Desde entonces, Reinaldo Becker Dietze también se llamó a silencio sobre Mengele. Tras dejar la corresponsalía de Hoy, se dedicó principalmente al cooperativismo, siguió editando su revista Perspectivas y publicó varios libros.
«Aquí, lo relacionado a Mengele y al tiempo que vivió en casa de los Krug, se volvió un secreto a voces. Muchos lo saben, pero nadie quiere hablar públicamente del tema», admite Reinaldo, desde su oficina en la colonia Obligado.
Cuando le proponemos romper su silencio de casi 30 años, para relatar la historia durante tanto tiempo oculta y acompañarnos a conocer la casa donde se ocultó el Ángel de la Muerte, parece dudar por un breve instante, hasta que finalmente responde: «¡Vamos…!».
«Todos sabíamos que Mengele vivió en la casa de Alban Krug»
La antigua casa de la familia Krug está en la cima de una verde colina, semioculta entre la vegetación, a unos 20 kilómetros al noreste del centro urbano de Hohenau, en la zona rural conocida como Hohenau Cuatro, Caguarené, a orillas del arroyo Poromocó.
Es una vivienda de material cocido, con la clásica arquitectura de la región alemana de Baviera, que impusieron los primeros moradores inmigrantes en Itapúa. La residencia fue vendida hace algunos años a la familia Heisecke, de Asunción.
La mañana del sábado en que llegamos, llovía torrencialmente, el portón estaba cerrado y no se veía a los cuidadores, de manera que no pudimos ingresar, y solo pudimos tomar fotos desde afuera. Una persona de Hohenau que sí pudo entrar y sacar fotos, nos proporcionó imágenes del interior, pidiendo que no revelemos su identidad.
El amplio sótano en la casa de los Krug, un verdadero escondite subterráneo. Foto: Gentileza
Mientras observábamos la casa desde el interior de la camioneta, entrevistamos a Reinaldo Becker Dietze. Publicamos la primera parte del diálogo, que proseguirá en la edición de mañana.
-¿Cómo descubriste que Mengele vivió en esta casa?
-La historia tiene varias aristas. Sucedió que en 1985, el presidente Alfredo Stroessner estaba invitado para ir a Alemania. Y un mes antes, en Asunción, apareció la señora Beate Klarsfed, quien trabajaba con Simón Wieshental, el cazador de nazis. Beate Klarsfeld, realizó manifestaciones en Asunción, en la plaza frente al Palacio de Justicia, reclamando que Stroessner le entregue a Josef Mengele.
-¿Ella aseguraba que, en ese momento, Mengele estaba todavía en Paraguay?
-Ella aseguraba que Mengele estaba en Paraguay, que Stroessner lo escondía en algún lugar, en el Chaco. Había muchas versiones. Y la Beate Klarsfeld contrató gente para hacer esa manifestación y en una de las pancartas que ella sostenía en su mano, se lee: «Stroessner, tu mientes al decir que no sabes dónde está él SS Mengele. No vayas a Alemania sin él». Y bueno, eso creó mucho sensacionalismo, y también la señora Beate Klarsfeld trajo muchos periodistas a Paraguay para hacer ruido, para hacer sensacionalismo. Yo, en aquel tiempo, era corresponsal del diario Hoy. Entonces, casualmente, el fotógrafo que vivía en Obligado, don Alfonz Dierckx, que es un ciudadano de nacionalidad belga…
-¿Ya falleció…?
-Sí, ya falleció. Fue oficial de la SS, luchó en la Segunda Guerra Mundial, fue prisionero de los rusos casi durante tres años, y una vez que recuperó su libertad, vino al Paraguay y se radicó en Obligado. Fue fotógrafo durante muchos años, una persona respetada…
-¿Dierckx llegó a ser una persona muy querida en Obligado?
-Muy querida, que dejó lindos recuerdos a la comunidad de Obligado. Y cuando él vio esas manifestaciones, en que se le reclamaba a Stroessner que entregara a Mengele, me comentó, como amigo que éramos: «Todo lo que se dice, todo lo que se habla sobre este tema son pavadas. Yo sé que Mengele murió ahogado en el Brasil». Eso me llamó la atención, entonces yo le pregunté si él no quería acceder a una entrevista.
-¿Aún no había noticias sobre la muerte de Mengele?
-No, nada. Se creía que estaba todavía en Paraguay. Prácticamente era lo que en el mundo se decía. Él (Dierckx) accedió a la entrevista, entonces yo le armé las preguntas, le hice la entrevista (las respuestas las escribió de puño y letra, en alemán), preparé el artículo y me fui a Asunción, a la redacción del diario Hoy. Allí no hubo mucha recepción, porque me dijeron bueno… es…
-¿Una leyenda más…?
-Sí, que era una leyenda más, un comentario más, una suposición… pero me publicaron el artículo. Inclusive, me acuerdo, el secretario de redacción, el señor (Juan Rómulo) Gauto me dijo: «¿Qué título le vamos a poner?». Yo le dije, vamos a ponerle: «Mengele falleció ahogado en el Brasil», y él me dijo, «no, eso ya es muy contundente, porque acá todo el mundo habla de que Stroessner lo esconde en el Chaco, en algún lugar». Entonces, se puso como título: «Las huellas de Mengele en Hohenau».
-Fue allí donde publicaste la primera foto de esta casa, en la que Mengele vivió en Hohenau.
-Sí, yo vine a este mismo lugar donde estamos hoy aquí, y saqué fotos para ilustrar el artículo, y eso se publicó en el diario Hoy, en mayo de 1985.
-¿Quién te contó que esta es la casa en la que vivió Mengele?
-Eso lo dijo el fotógrafo (Alfonz Dierckx) y ya se sabía aquí en la colonia. Se sabía que Mengele estuvo en las colonias durante un tiempo, y que uno de sus amigos fue don Alban Krug.
-¿Alban Krug era el propietario de esta casa, en la que vivió Mengele?
-Sí, don Alban Krug era el propietario de esta casa, del campo. Acá vivía con su familia. También don Alban era una persona muy culta, muy querida también acá, en las colonias Unidas. Y bueno, eso fue un poco lo que ocurrió.
-En ese reportaje también contaste que Mengele murió ahogado en Brasil (según la versión de Dierckx). ¿Esa fue la primera noticia que se conoció sobre el tema?
-Exactamente, fue la primera noticia. Después de un mes de publicarse el artículo, se confirmó en el Brasil que Mengele falleció ahogado, se encontró su cadáver, se hicieron las pruebas, se exhumó el cadáver…
-Se hizo la prueba de ADN…
-Si de dientes, y se confirmó que era Mengele, y que murió ahogado en Brasil.
-El famoso superpolicía brasileño, Rumeu Tuma, dirigió la exhumación del cadáver…
-Exactamente. Entonces el diario Hoy recordó que había dado la primicia mundial. Inclusive Romeu Tuma tenía un ejemplar del diario Hoy, preguntándose cómo era posible que en el Paraguay ya se sabía (un mes antes) que Mengele murió ahogado en Brasil, pero que entonces nadie había creído en esa versión…
-¿Y ese dato lo pudiste tener porque el fotógrafo era muy amigo del círculo que rodeaba a Mengele?
-El fotógrafo era muy amigo del señor Alban Krug. Y don Alban era una persona muy abierta. Ellos tenían contacto, constantemente, y fue así como don Alban le comentó eso a don Alfonz Dierckx.
Krug: «Somos inocentes de lo que pasó en esa casa»
«Disculpe, Colmán, pero no hay ninguna posibilidad de que yo le hable de este tema», se excusa amablemente por teléfono Eugen Krug, uno de los hijos del ya fallecido Alban Krug, el hombre que le cedió su casa en Hohenau 4 Caguarené al célebre «Angel de la Muerte», Josef Mengele, para que el buscado criminal de guerra nazi viva oculto allí, durante un tiempo que se estima entre dos a cuatro años, a principios de los años 60.
Eugen Krug vive actualmente en Naranjito, localidad al norte del Departamento de Itapúa, sobre la Ruta VI, en donde es un conocido dirigente político.
«En esa época éramos todos muy niños y somos totalmente inocentes de lo que pueda haber ocurrido en esa casa», señala Krug, en la breve conversación telefónica que mantiene con el enviado de ÚLTIMA HORA.
«A mí ya me ofrecieron millones de dólares para que dé entrevistas, pero no lo hice, ni lo voy a hacer nunca, porque en mi familia hemos decidido no hablar nunca de ese tema», destaca.
«Ahora esa casa ya ni siquiera nos pertenece, ya la hemos vendido hace varios años», agrega.
Cuando se le insiste en que al menos confirme o desmienta si realmente Josef Mengele vivió en la casa de campo de sus padres, Eugen Krug deja oír una breve risa: «Dejémoslo así. Que quede en la incógnita…».
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